22 de julio de 2009

NOS FALTA LATINOAMERICA


Continuamente me llegan correos de amigos y amigas de Latinoamérica. También escriben en nuestro blog. Hoy ha sido una chica de 16 años de Medellín, Colombia. Una chica lesbiana que busca compartir experiencias con personas como ella. Nada más sencillo y fácil para nosotros.
No puedo dejar de pensar en este desbarajuste de mundo que nos toca vivir. Aquí, gays y lesbianas gozamos de todos los derechos, la ley nos ampara. Nuestras familias, cada vez más y mejor aceptadas, están cómodamente asentadas sobre el lecho amplio y protector de la legalidad.
¿Qué pasa en el resto del mundo? ¿Sabemos realmente cuáles son los problemas a los que diariamente se enfrentan los homosexuales en otros países?
Seguramente por cercanía personal, y por experiencia, pienso mucho en Latinoamérica. Creo que son más las cosas que nos unen que las que nos separan del otro lado del Atlántico. Y seguramente la más importante sea el idioma. No sé si somos conscientes de lo que significa compartir una lengua: la mayor barrera a la que se enfrentan los humanos cuando se conocen es el lenguaje, y esa barrera, en ambas orillas del océano, no existe.
Y quizá por eso nos escriban tanto de Argentina, Colombia, México… Lesbianas, gays, transexuales, bisexuales, familias homoparentales entran en Internet buscando consuelo, ayuda, guía, esperanza. Y cercanía. Y esa cercanía sólo se consigue cuando lo que tienes delante, esa página tan colorida, con tantas secciones, apartados y pestañas, que aparece como por arte de magia después de meter las palabras clave de tu interés en el buscador, está en tu propio idioma.
Y no puedo dejar de pensar en todos y cada uno de los pueblos de América Latina. Y siempre me asalta la misma pregunta: ¿qué podemos hacer para ayudar a los homosexuales de aquellos países?
Porque estoy convencido de que algo podemos y debemos hacer.
Nada tiene que ver la desfasada, estrambótica y absurda idea de la “madre patria”. Es más un sentimiento de ayuda entre amigos; o entre buenos vecinos, incluso, aunque varios miles de kilómetros nos separen. Y es también solidaridad: tenemos más cosas, y mejores. ¿Qué mejor que ayudar a que todo el mundo disfrute de los mismos derechos que hemos conseguido en España?
Ya sabemos que Europa se está organizando para unificar leyes.
Nos falta Latinoamérica.
Y necesitamos ideas.

Carlos

17 de julio de 2009

¿LESBOFOBIA?

Tengo una amiga, muy amiga, de toda la vida. Digo de toda la vida porque nuestros padres ya eran amigos. Nos vemos de vez en cuando y nos ponemos al día: que si su hijo ha aprobado las oposiciones, que si su hija ha roto con el novio, que si su marido está en paro. . . que si mis suegros están de viaje. . . También hablamos de cosas más íntimas porque tenemos mucha confianza.
Un día (de esto hace meses) le comenté: "pues igual a mi hija le gustan las chicas"; me contestó: "mujer, no digas eso". Por el tono con el que me dijo la frase, yo entendí: "mujer, no digas eso, pobre chiquita". Me pilló desprevenida, me descoloqué, y sólo atiné a decir: "bueno, tampoco pasa nada". Mi amiga no es homófoba, ni racista, ni clasista, es tolerante y generosa.
¿Tan arraigada está en la gente la idea de que ser homosexual es una desgracia? o ¿es homofobia sin más?. Viniendo de mi amiga, quiero pensar que es lo primero. Quiero pensar que aprecia a mi hija y le duele que pueda tenerlo más dificil en la vida, que pueda sufrir más que cualquier chica de su edad.
Pienso en mí. Pienso que verdaderamente he vivido épocas duras, como la mayoría de gais y lesbianas. Pero también sé, que no me cambiaría por una mujer heterosexual, porque me gusta ser lesbiana, porque me gustan las mujeres y porque amar a una mujer me hace sentirme muy especial.
Eva

9 de julio de 2009

¿QUE PENSARÁN?


Cada vez que veo las fotos del día del orgullo no puedo evitar pensar en qué estaría pensando la gente que nos veía pasar con la pequeña carroza de los niños. Tuvimos aplausos sí, pero también gente que nos miró con mala cara. Al reflexionar pienso que tal vez no es correcto exponer así a nuestros hijos, pero acto seguido rechazo ese pensamiento, me hace sentir sucia, avergonzada de lo que soy. Entonces, ¿Cuál es el problema en realidad? ¿Es la gente que me rodea que no comprende? ¿Son nuestros hijos que no tienen culpa de nada? O ¿Soy yo? Esto no me gusta nada, me digo a mi misma; pero sigo reflexionando, no lo puedo evitar.
Me traslado al invierno pasado en que mi cuñada nos llamó para que acudiésemos a la comunión de su hijo. Os cuento, antes de la celebración tuvimos que pasar por casa para ver los regalos y los dos trajes que tenía expuestos en la habitación del nene en su casa, pasaron por allí la mayor parte de familiares y ella preparó una merienda estupenda de la que todos disfrutamos. Dos días después tuvo lugar la ceremonia en la iglesia y el “convite” en un restaurante, con fotos, tarta que mi sobrino cortó con un sable, la música y toda la parafernalia al uso. Todos lo pasamos muy bien aunque no dejó de ser un simple acto social. Estamos tan acostumbrados a ello que no percibimos los matices. No solo estuvo expuesto mi sobrino, sino toda la familia e incluso la intimidad de su casa pero claro… era su comunión, acto socialmente aceptado, y celebrado incluso por familias no creyentes. Y yo me pregunto, ¿Por qué es este acto social más lícito que nuestro día del orgullo? Si fuésemos judíos celebraríamos el Yom Kippur (Día del Perdón) o si fuésemos negros afro americanos celebraríamos el día de Martin Luther King. Si fuésemos católicos expondríamos a nuestros hijos e hijas ante la sociedad en innumerables ocasiones, pero como somos homosexuales pues celebramos el día del orgullo gay y nuestros hijos e hijas celebran ese día junto a sus padres y madres, no imagino pues un mejor sitio en el que estar. Así que no consigo ver nada negativo en ello. Pero me siguen asaltando las dudas.
Tal vez el problema está en la gente que nos rodea que nos hace sentir mal, diferentes, tal vez entienden la palabra homosexual demasiado cargada de “sexo” y esto le da un significado muy alejado del amor y del cariño que es lo que nosotros sentimos por nuestra pareja y por nuestros hijos e hijas. Pero, yo no puedo dejar que los demás me digan lo que es mejor para mi, no puedo permitir que el miedo a lo que piensen los demás no me deje ser feliz. Entonces…. ¿Dónde está el problema al final?, Definitivamente el problema lo tengo YO. En el fondo creo que sigo sintiendo vergüenza de lo que soy
Es muy complicado deshacerse de esa vergüenza que durante tanto tiempo nos ha tenido atrapados y atrapadas, creo que todavía sigue ahí. La vergüenza que te paraliza, que te impide luchar por lo que mereces, la que te dice que estás sucio o sucia, la que te repite el mensaje una y otra vez hasta que no cabe la duda de que lo que eres y haces está mal, es sucio y bajo. Y ahora llegan nuestros hijos e hijas. Les queremos, les cuidamos, les damos lo mejor de nosotros mismos y después que…. ¿Cómo voy a defender con normalidad algo que a mi misma me ha costado o más bien me sigue costando ver como algo puro, lícito, bueno?
Evidentemente es algo tan lícito, merecido y bueno como cualquier otra celebración, esto asigna definitivamente normalidad a nuestras familias, este tipo de celebraciones nos dan la existencia en si misma y nos hacen SER, somos porqué estamos. Somos un espejo en el que nuestros hijos e hijas se mirarán, no podemos olvidarlo, es nuestra responsabilidad desechar nuestros miedos y caminar a su lado con orgullo, siempre visibles, de esa manera ellos y ellas se sentirán orgullos y orgullosas de sus progenitores en el futuro. Y mientras tanto nuestros hijos e hijas se divierten, crecen, aprenden, hacen nuevas amistades y son felices, seguro que sus pensamientos no van mucho más allá ….

KATY

3 de julio de 2009

¡A LA PLAYA!


Mañana es el primer sábado del mes de julio, así que nos toca pasarlo en la playa. Esta costumbre la empezamos el año pasado, y a la gente le encantó; sobre todo a nuestras niñas y niños que se lo pasan en grande. La cita es ya para todos los sábados del verano; vamos cambiando de sitio, y elegimos lugares cerca de Valencia donde podemos comer a la sombra. A veces quedamos en sitios que tienen mesas de piedra y pinada, y otras veces nos arreglamos con esteras o sillas y mesas de camping.
Mañana iremos con grandes provisiones de crema, porque el sol es intenso y pega fuerte; tenemos que embadurnar a las niñas y niños, porque les encanta bañarse....No veas cómo se lo pasan

Amparo